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jueves, 2 de junio de 2011

anti-vómito

Tenemos esa maldita costumbre de aprender a tolerar las cosas que deberíamos sacar afuera en el primer momento que se nos piensan, casi tan rápido como el instante en que sentimos el amor. Hay veces que las escondemos bajo la lengua o las guardamos en un rinconcito de la última muela derecha. Otras incontables, las masticamos como chicle sin poder deshacernos de ellas, y cansados de hacerlo, las tragamos. Sentimos como esos bichitos nos arañan la garganta al igual que alguien que cae en un pozo y desesperado grita, y al instante, enmudece. Se vencen. Caen. Despacio, lastimando cada parte de nuestro cuerpo. Hacen un recorrido distinto a todos, hacen cosquillas. Con las patitas molestan e incomodan al ombligo. Saltan y corren como pulgas en la oreja de un perro lanudo. Rapidísimo se juntan todos los insectos, y pesados, intentan seguir caminando por nuestras piernas. Pero ya es tarde. El vértigo es asunto menor para ellos. Cuando abrimos los ojos, nos dimos cuenta que ya no hay vuelta atrás. Imposible desafiar la gravedad. Se instalan en nuestros pies y nos hacen creer que están dormidos. Son raíces. Peor que raíces, anclas pesadas y oscuras que a menos que puedas despegarte del suelo, van a quedar ahí, en las uñas de los dedos para siempre.

martes, 24 de mayo de 2011

Antes que se abra el telón, antes que comience la función.


Al tomar el pincel con su mano derecha, enfrenta todo aquello que vivió en su pasado. A veces llora, hoy no. Los colores abrazan fuerte al pincel como Isabel cuando envolvía los brazos en el cuerpo de su hijo, única mujer a quien extraña desde hace mucho tiempo.
Las primeras pinceladas son fuertes, con carácter. Siente cómo deja correr su vida en el lienzo, siente cada trazo como una marca indeleble en su piel.
Eneas tiene un gato y muchos muebles oscuros, un poco antiguos para la época. Poca luz, pero no le molesta. La cortina sigue cerrada. Prefiere pintar al aire libre, sentir el viento en su cara y el pasto entre los dedos gordos del pie.
Se rasca la cabeza, parece cansado aunque no tiene nada de sueño. Nervios.
En las butacas siempre se sintió cómodo y más cuando pasaba Domingos enteros en el teatro. Entre tachos de luz y trastos creció junto a su hermanita. El lugar del espectador siempre le sentó bien. Mirar, crear historias en su cabeza guardándoselas en secreto sólo para él y así divertirse.
Su mamá era una gran actriz.
Cuando Eneas subió a un escenario por primera vez, todavía tenía dientes de leche, sintió aquello que buscó volver a sentir en su vida entera. Luz. Una sonrisa inmensa. Se sentía bien. Igual, a Isabel se le notaba más. Era muy buena actriz ¿Lo dije ya? Cuando pisaba algún escenario, un escalofrío corría por la sala y llenaba el alma de cada espectador. A veces lloraban.
Siempre sonreía, siempre. Su hijo también pero menos.
Los pinceles sabían expresar todo lo que él no se animaba.
Tomó un poco de ocre, blanco. Otro poquito de azul, mucho negro y marrón. Sin embargo, era una pintura bastante iluminada. Una bailarina en puntas de pie antes de salir a escena, corriendo unos centímetros el pesado telón del teatro, intentando descubrir quizás a alguien especial en el público, o simplemente mirando por temor, o sólo por pasión. Pasión seguro. Era un cuadro repleto de pasión, tanto en la bailarina como para Eneas. Se sentía pleno, lleno, feliz.
Se acomodó en su sillón de leer, también antiguo, a contemplar los detalles de su obra. Tardó mucho, pero no se dio cuenta. Lo pintó con tantos recuerdos en sus ojos que le pareció tan natural y tan fugaz como los abrazos de su madre. Comenzó a sentirse incómodo pero bien. De repente, miedo, luz. Sonrió un largo rato. Se acercó corriendo a su paleta de colores, ya no tenía dientes de leche. El brillo en su cara, la protección de siempre. Sintió a Isabel más cerca que nunca.
Eran como una especie de sentimientos vertiginosos en forma de espiral casi como un caracol, pero muchísimo más rápido. Amagó a girar su cabeza, pero no. Calma. Sin quitar la vista del cuadro observó cada trozo y cada línea con detención.
Mientras tanto, la cortina volvía a abrirse, para ella era un momento sublime donde se mezclaban pasiones, dolores, recuerdos. Aquella bailarina, una vez mas, observaba alg
uien especial entre el público o quizás era solo por pasión ¿Quién sabe?

miércoles, 6 de abril de 2011


Se miran, se presienten, se desean,

se acarician, se besan, se desnudan,

se respiran, se acuestan, se olfatean,

se penetran, se chupan, se demudan,

se adormecen, despiertan, se iluminan,

se codician, se palpan, se fascinan,

se mastican, se gustan, se babean,

se confunden, se acoplan, se disgregan,

se aletargan, fallecen, se reintegran,

se distienden, se enarcan, se menean,

se retuercen, se estiran, se caldean,

se estrangulan, se aprietan, se estremecen,

se tantean, se juntan, desfallecen,

se repelen, se enervan, se apetecen,

se acometen, se enlazan, se entrechocan,

se agazapan, se apresan, se dislocan,

se perforan, se incrustan, se acribillan,

se remachan, se injertan, se atornillan,

se desmayan, reviven, resplandecen,

se contemplan, se inflaman, se enloquecen,

se derriten, se sueldan, se calcinan,

se desgarran, se muerden, se asesinan,

resucitan, se buscan, se refriegan,

se rehuyen, se evaden y se entregan.

jueves, 10 de marzo de 2011

Cinema Paradiso


Comenzando por un viaje desde sicilia hasta roma, concluyendo otra vez en el comienzo, atravesamos la vida de toto sintiendo cada una de sus lágrimas y disfrutando cada una de sus pocas sonrisas. amor al cine, al arte, al amor. recorremos la historia del cine acompañados de un hermoso personaje, que a su vez se complementa con alfredo, sabio. "un empujón te hace sentir parte" una frase que se adapta a todo en general, más aún a cinema paradiso. para terminar, alfredo nos deja una forma de vida: "HAGAS LO QUE HAGAS, ÁMALO"
Increíble película, finalizando con una situación que da a pensar en el amor verdadero y una perfecta combinación de besos antiguos y más pasión que ningunos otros.

martes, 8 de marzo de 2011

http://www.youtube.com/watch?v=cQZeH-JTie8&feature=related















So many secrets
I long to share
All I have needed
Is someone there...
To help me see a world
I've never seen before
A love to open every door
To set me free
So I can soar If
someone like you
Found someone like me
Then suddenly
Nothing would ever
be the same
There'd be a new way to live
A new life to love
If someone like you
Found me

Oh, if someone like you
Found someone like me
Then suddenly
Nothing would ever
be the same
My heart would take wing
And I'd feel so alive!

If someone like you
Loved me!

sábado, 5 de marzo de 2011

Eμπουσα

Le agrada merodear por parajes desiertos, sobre todo cuando hay luna llena
Tiene el don de cambiar de forma, adoptando la apariencia de animal doméstico
Cuando se hace pasar por mujer se la reconoce por su pata de bronce (o de bosta).
Y no sé porqué, pensé en empusa.

martes, 1 de marzo de 2011

aprendí a volar entre tanta gente de pie, si podría decirte lo que se siente no valdría la pena bailarlo

vómito.

Y después de tanto tiempo de soportar, cargar, aguantar, guardar, tragar, insoportablemente tolerar todas esas cosas que nos toca recibir por tal o cual motivo, la explosión llega. Sin avisar. Entra como energía muerta a nuestros cuerpos, empezamos a sentir en las uñas del pie toda esa carga negativa y la única solución posible que vemos en esos momentos es dejarla crecer. Dejarla seguir su camino, sube en forma de cosquillas por el metatarso, tobillo, nos abraza como quien nos toma de los pies para no dejarnos caminar, con fuerza. A medida que recorre nuestras piernas se siente cada vez más densa y poderosa. Llega a las rodillas con carácter fuerte y haciéndonos temblar de miedo, grita. Fluye como un río inverso, sin gravedad. Acaricia suavemente la zona de la pelvis y con un nudo en la garganta se instala en el ombligo. Presión. Duda. Impulsos. Los próximos segundos son casi imposibles de describir, son tan rápidos que cuesta sentirlo. Casi como salir a la superficie después de nadar un largo rato, o respirar pausadamente al terminar de correr. Vuela. Casi sin querer se aproxima a nuestras bocas. Y ese es el momento en que dejamos salir al vómito de ideas, de pensamientos, de estupideces. Pero no termina así, no se rinde. Después de las lágrimas, los gritos, quizás podrás descansar en paz.

jueves, 25 de marzo de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010



"porque el ayer es nunca y el mañana, mañana"

Ella

Cuando todo se puso gris lloró. El cielo. Ella también lloró, pero después, cuando estaba celeste y con pocas nubes. Ella lo único que buscaba para su vida era paz, pensaba por momentos que sólo la encontraría en el paraíso (ese que le vendieron en sus clases de catequesis) Pensó en conocerlo antes que nadie, pero después pensó bien y no, quería encontrar esa calma del alma en su lugar, en su vida. Pasaron otoños, muchos otoños, ella seguía buscando esa esencia que sabía que la completaría y se convertiría en alguien feliz, su único propósito. Esa paz que muchos encuentran al poco tiempo de nacer, otros no tienen esa suerte y viven apurados sin momentos para pensar en sí mismos ni así tampoco para disfrutar de un mate tibio con alguna compañía. Ella sufrió lo segundo, no sé bien si lo primero se sufre también, pero puedo asegurar que lo segundo sí. Pensar en el futuro siempre, nunca sentir el presente, ese presente que no existe, es tan rápido como la arena en sus manos, pero está. Ella nunca sintió. Vivía, sí, pero sin propósitos, apurada, buscando eso entre hojas secas y mates fríos. Sola. Algunas veces optaba por salir a observar, pocas, pero lo hacía. Se sentaba en una vereda y miraba los zapatos de la gente. Ahí entendió por qué disfrutar se hacía tan complicado para el resto. No se dio cuenta que todos ellos eran como ella, nunca lo supo. El resto es tan igual como uno. Una mañana de primavera, ella sintió. Escuchó los pájaros cantar en los árboles, escuchó las flores, las hormigas, sintió ese olor a septiembre, a pasto, a vida. Ese día, sintió. Sintió sin tiempo, pasaron horas hasta que el cielo comience su ritual, ese que ella había visto muchas veces. El resto también lo vio. Lloró un rato largo, ella volvió a su vida. Sin sentido. El llanto del cielo duró poco, cuando acabó, el cielo fue hermoso otra vez. La primavera siempre tuvo sus vueltas. Ella no lo sabía con certeza. Fue allí, el instante más hermoso y quizás más triste de su vida cuando dio cuenta del tiempo que había perdido preocupándose en el tiempo, allí fue cuando ella llovió, más que nunca, gritaba palabras odiosas, perturbantes. Cada segundo que pasaba el sol se asomaba más y ella no. Se escondía de aquello que había buscado tanto tiempo y encontrado hacía un par de gotas. Las flores crecían rápidamente, el pasto se secó de aquel llanto. Ella no. Corrió hacia la planta de alelíes, derramó su vida en ellas, sintió aquellos olores, cerrando los ojos y respirando profundo, como un suspiro, que nunca fue.